Giancarlo La Vella - Ciudad del Vaticano
Las 13 horas de ayer, la hora X para el destino de Mariúpol, un centro neurálgico en el plan estratégico de Rusia. Rendición total a cambio de seguridad, estas son las condiciones de Moscú. Pero desde la acería de Azvostal, 11 kilómetros cuadrados que se han convertido en una especie de bastión ucraniano en el Donbás, el mensaje fue igual de categórico: resistencia hasta el final. Y hay preocupación por las iniciativas que puedan tomar las fuerzas rusas en las próximas horas.
Una situación que no ha impedido a los contendientes proponer una salida a la crisis. A la espera de nuevas conversaciones, Rusia pide a Kiev que reconozca la soberanía de Moscú sobre Crimea y la independencia de las repúblicas del Donbás, Donetsk y Lugansk, mientras que la otra parte propone negociaciones especiales para Mariúpol. Mientras tanto, el Secretario General de la ONU, Guterres, en una llamada telefónica con el Arzobispo de Kiev, Svyatoslav Schevchuk, además de los corredores humanitarios, anunció la petición de una tregua con motivo de la Pascua inminente, para las Iglesias que siguen el calendario juliano. La iniciativa contó con el apoyo del Consejo Panucraniano de Iglesias. Y se ha confirmado que ayer cuatro autobuses consiguieron salir de Mariúpol a través del corredor humanitario local.
La amenaza nuclear, es decir, el hecho de que este conflicto pueda agravarse con el uso de armas no convencionales, es de nuevo motivo de preocupación. Ayer, Moscú realizó una demostración de fuerza, probando un nuevo misil intercontinental capaz de transportar ojivas nucleares. En las intenciones de Rusia el experimento es rutinario y no pretende ser una amenaza. Sin embargo, debería hacer que Occidente se diera cuenta del potencial de defensa que posee Rusia. A la luz de todo esto, se teme que la guerra pueda prolongarse durante mucho tiempo. El presidente ucraniano, Volodomyr Zelenski, en sus conferencias diarias, sigue pidiendo a Occidente suministros militares y armas para hacer frente con mayor eficacia al avance ruso. En este sentido, el presidente estadounidense, Joe Biden, ha asegurado que las armas y las municiones llegarán diariamente a Ucrania. El Reino Unido y Canadá han tomado iniciativas similares.