Por Carol Glatz, Catholic News Service
CIUDAD DEL VATICANO (CNS) -- Las personas de fe y las que trabajan en los campos de la ciencia, la economía y la política deben trabajar juntas para ayudar a cuidar la vida y la casa común de la humanidad, afirmó el cardenal Michael Czerny, prefecto del Dicasterio para el Servicio del Desarrollo Humano Integral.
"Los principios de interconexión y corresponsabilidad enmarcan el clima como un bien común y el planeta como nuestra casa común. La llamada a protegerlo, cuidarlo y regenerarlo debe ser una prioridad para todos, independientemente de la religión a la que pertenezcamos o de que no pertenezcamos a ninguna", declaró el 23 de mayo.
"Entre las contribuciones importantes están el consenso científico, la inspiración, la introspección, la consideración cuidadosa de lo que hay que cambiar; el compromiso político para coordinar estos cambios; la inspiración, la motivación y la orientación religiosas; y los movimientos populares desde abajo para cuidar tanto de nuestros hermanos más vulnerables como de nuestra (casa) común", dijo.
El cardenal participó en una mesa redonda titulada "Esperanza para la Tierra. Esperanza para la humanidad", patrocinada por el dicasterio en colaboración con la Embajada de Suecia ante la Santa Sede, como parte de la Semana Laudato Si' del 21 al 28 de mayo.
El Papa Francisco destacó el inicio de la semana tras rezar el "Regina Coeli" con los visitantes en la Plaza de San Pedro el 21 de mayo, invitando a todos "a colaborar en el cuidado de nuestra casa común. ¡Hace mucha falta unir habilidades y creatividad!"
También dijo a los visitantes que recibirían guías sobre su encíclica de 2015 "Laudato Si', sobre el cuidado de nuestra casa común", que el dicasterio preparó en colaboración con el Instituto de Medio Ambiente de Estocolmo. Titulado "Nuestra casa común: Una guía para el cuidado de nuestro planeta vivo", la guía de 20 páginas a color conecta datos y cifras científicas sobre cuestiones medioambientales clave con reflexiones y enseñanzas de la encíclica.
En su discurso del 23 de mayo, el cardenal Czerny dijo que "la fe y la ciencia, la economía y la política son necesarias para que las personas, en diálogo, puedan cuidar la vida y nuestra casa común".
Inspirado por la encíclica del Papa, "éste es exactamente el mensaje de la guía 'Nuestra casa común'", dijo, expresando su esperanza de que la gente lo aplique en casa, en la escuela, en la iglesia y en otros lugares del mundo.
"Juntas, la fe y la ciencia pueden inspirar una auténtica conversión ecológica basada en hechos e impulsada por la fe", afirmó. "La ciencia y la fe comparten algunos valores y propósitos fundamentales capaces de iluminar y orientar la forma de arreglar nuestras sociedades rotas y nuestro planeta roto".
La responsabilidad ambiental y la justicia social van de la mano, dijo. "La extracción de recursos, la producción, la contaminación y los residuos perjudican desproporcionadamente a las comunidades que menos se benefician de estas actividades".
Eso también significa que la forma en que se manejan y desarrollan las economías actuales debe cambiar, agregó, porque "dependen de la quema insostenible de combustibles fósiles; El mercado actual empuja niveles nocivos de consumo que contaminan el medio ambiente con basura, así como nuestras almas y espíritus con una codicia insaciable".
Pero esta licencia salvaje para consumir la disfruta una minoría cada vez más reducida de la población mundial que acapara poder y riqueza y que parece carecer de todo sentido del auténtico bien común", afirmó el cardenal Czerny.
Por lo tanto, para cambiar el status quo es esencial la contribución que pueden hacer los científicos del clima "aclarando y explicando las experiencias cotidianas de las comunidades vulnerables que sufren desastres climáticos extremos", dijo.
Asimismo, los derechos sobre la tierra de las poblaciones locales e indígenas "deben reforzarse para regenerar nuestros suelos y proteger todas las especies", dijo el cardenal. "La educación de los jóvenes y el empoderamiento de las mujeres es lo que produce los mejores resultados sociales y medioambientales posibles; y la preocupación por la justicia intergeneracional es lo que garantizará un futuro brillante y significativo para nuestros jóvenes".
Las prioridades económicas tendrán que "pasar del beneficio bruto al desarrollo humano integral", dijo, y las comunidades locales tendrán que actuar, especialmente en lo que respecta al desperdicio de alimentos, la contaminación atmosférica, la inseguridad del agua y la pérdida de biodiversidad.