Ciudad del Vaticano
El 4 de julio fue un fin de semana sangriento en Chicago, coincidiendo con las celebraciones del Día de la Independencia de Estados Unidos: 83 personas resultaron heridas por disparos y otras 14 murieron. Entre ellos había dos niñas de 5 y 6 años. Cifras dramáticas que se suman a las de los días 26 y 27 de junio, cuando dos tiroteos, que tuvieron lugar en las zonas de South Shore y Marquette Park, dejaron un muerto y unos 13 heridos.
10/07/2021En este clima de tensión, el cardenal Blaise Cupich, envía un fuerte mensaje de esperanza: en una carta abierta a la comunidad, publicada ayer, el cardenal dice en primer lugar que está cerca de todas las familias que lloran la pérdida de sus seres queridos. "El dolor se agrava por el sinsentido de esta pérdida", escribe el arzobispo, "mientras que el miedo nos acompaña a muchos en nuestra vida cotidiana: tenemos miedo de ser víctimas de la violencia con armas, del robo de un coche o de un asalto. Y tememos no sólo por nosotros, sino también por las personas que nos importan".
"Queremos que esta horrible situación se resuelva sin demora", dice el cardenal Cupich, recordando que las instituciones gubernamentales ya han hecho muchas propuestas, como reformar las fuerzas de seguridad y el sistema de justicia penal, detener las armas ilegales y las bandas armadas, reurbanizar los barrios desfavorecidos, promover la educación y apoyar a las familias. Sin embargo, "como pastor", el arzobispo de Chicago invita a mirar también la "crisis espiritual subyacente" que la violencia y la inestabilidad han provocado. Ahora, de hecho, "parecemos incapaces de entender que estamos inextricablemente conectados unos con otros, que somos verdaderamente 'hermanos todos', como ha dicho el Papa Francisco", explica el cardenal. Pero si perdemos este "sentido de interconexión", también perdemos el de "compasión, empatía y responsabilidad hacia los demás", rompiendo toda la "familia humana".
Por lo tanto, el papel de los creyentes es fundamental, reitera el cardenal, porque "la fe no ofrece soluciones preconfeccionadas a problemas complejos, sino que da la esperanza de que, con la ayuda de Dios, podemos avanzar". De ahí los "cinco pasos" que el cardenal Cupich propone a todos los católicos y personas de buena voluntad para emprender el camino hacia la paz y la justicia. El primer punto es "hacer preguntas", es decir, intentar comprender la realidad, permaneciendo "dispuestos a escuchar auténticamente" al otro, incluso cuando "lo que sentimos resulta doloroso". El segundo paso es "dialogar honestamente con personas de diferentes orígenes". "Cuando hablamos y escuchamos a quienes tienen experiencias y habilidades diferentes a las nuestras", subraya el arzobispo, "empezamos a avanzar hacia la comprensión, cultivamos la empatía".
La tercera sugerencia, en cambio, es "rezar", "poner a las personas en dificultad en manos de Dios, sabiendo que Jesús camina con nosotros". En el cuarto punto, pues, el cardenal insta a "escuchar las peticiones" de Dios y de los demás, porque "si permanecemos atentos, empezaremos a entender hacia dónde nos lleva el Señor y esto es discernimiento". Por último, el quinto paso que se sugiere es "permanecer conectado": "Durante este período de crisis", escribe el cardenal Cupich, "la gran tentación es retirarse a lo que consideramos un espacio seguro. Pero en realidad, "lo que más necesitamos es precisamente salir de nuestra zona de confort para acompañarnos unos a otros, aunque esto requiera esfuerzo e incluso algún riesgo".
La carta del Arzobispo de Chicago concluye con dos citas: el Salmo 91, "Tú eres mi refugio y mi fortaleza, mi Dios, en quien confío", y las palabras de San Pablo VI, "Si quieres la paz, trabaja por la justicia", título del Mensaje para la V Jornada Mundial de la Paz, celebrada el 1 de enero de 1972.
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